martes, 1 de marzo de 2016

BALADA DEL AMA DE CASA

Cómo me gusta limpiar
y dejarlo todo
como los chorros del oro.
Mamparas resplandecientes
sin rastro de goterones,
superficies primorosas,
espejos relucientes
y suelos impolutos
sobre los que el gourmet
más exigente
vendría a merendar.

Me pirra erradicar
las bolas de pelusa
que moran en los rincones
y detrás de las puertas
y sólo salen de sus guaridas
cuando hay corriente de aire.
Entonces, las muy putas
hacen competiciones
para ver cuál corre más
y cuál llega más lejos
en su afán de ver mundo.
Por suerte yo estoy ahí
frenando sus ambiciones.

Aunque recoger pelos
con la única herramienta
de mis propios deditos
es entre todas mis cruzadas
la más gratificante
porque no se acaba nunca.
Recoges uno, recoges dos,
pelo a pelo, y otro más,
con absoluto fervor
y dedos temblorosos
de la más pura emoción
y en ese preciso instante,
de tu larga melena
otro pelo se escapa
más largo y grueso aún.

Heroica como Sísifo,
(¿Qué digo?
Sísifo a mi lado
era un aprendiz.)
armada de bayetas,
escobas y piruletas,
cubos, mochos y esponjas,
estropajos, cepillos
y tóxicos detergentes
fatalmente adictivos,
cuyas emanaciones
me embriagan un poco,
escruto mi nuevo piso
mi suelo nuevo
mis baldosas y mis puertas nuevas
mis espejitos nuevos
mis pilas nuevecitas
mis cristaleras nuevas
con todo ese paisaje
que se despliega detrás y
que un atisbo de mugre
podría contaminar
atenta a la menor mácula,
ferozmente feliz al descubrir
una miga, una mancha,
un goterón, una pelusa, un hilo,
un bicho despanzurrado
contra una ventana,
un cerco de grasa
en una superficie
o un pegajoso resto
de comida
en el suelo de la cocina.

Cuando no sé qué hacer,
cuando empiezo a aburrirme
o cuando mis pensamientos
son la peor tortura,
no hay nada como lanzarme,
papel de cocina en mano
y una dosis generosa
del bueno de Vitroclen
(Power Cream,
único recomendado
por Balay y por Siemens,
AEG, Teka y Bosch),
a limpiar la vitrocerámica
frotando y restregando
y volviendo a frotar
con energía y pasión.

Sí, sí, ríanse
mientras puedan
de mis vicisitudes,
adictos del futuro.
Yo también me burlaba
sin el menor recato
de las neurasténicas devotas
de la escoba y el mocho,
pero desde que he estrenado piso,
tan flamante y tan nuevo
tan en primera línea,
tan requete tan tan,
el Tenn y el KH7,
el Viakal y el Glassex
son mis aliados
y limpiando exulto
y briosamente corro
sin corcel y sin potra
ni nardos ni caracolas
tras una mota de polvo
y, si caigo en depresión,
en vez de ir al psiquiatra,
agito mis dos plumeros

y vuelvo a levitar.